jueves, 7 de octubre de 2010

Corresponsal de La Vanguardia


Quería traspasar aquí algún artículo del propio César Falcón por lo que me he puesto a buscar y he dado con la  hemeroteca de La Vanguardia. 
He quedado apabullada al encontrarme con mas de doscientas entradas a su nombre, la gran mayoría,  crónicas desde Londres en los años 20. 

Algunas sobre cine o literatura:

LA VANGUARDIA. Página 12. Sábado 3 de abril de 1926. 

"ARDÚA VIDA CINEMATOGRÁFICA.  COMENTARIO De la lucha por el Cine. 

En uno de sus últimos «Panoramas Ingleses» apunta César Falcón el dato interesantísimo de que el cinematógrafo es una de las preocupaciones actuales de los ingleses. 
Resulta, de lo visto en las estadísticas industriales, que la mayor cantidad de dinero del mundo se emplea en pan, hierro y cinemató-grafo. De aquí deduce el cronista que estas serán las tres grandes
necesidades de la humanidad. 
Anteriormente deben haberlo deducido así los ingleses, que en el actual momento se ocupan eficazmente «desde el gobierno hasta los
porteros de los cinemas», dice César Falcón en construir, en organizar una grande, potentísima cinematografía propia. 
Al objeto, se están construyendo ya diez inmensos estudios en Brighxim, se proyectan dos grupos más en Croydon y en Wwtbley, con lo que Inglaterra «va a tener muy pronto, no uno, sino tres Holilands».
Los cinefilos de buena fe, los que sentimos ante la pantalla una admiración ingenua y sincera, no bastardeada por ningún interés material, por ninguna consi-deración de carácter industrial, estaremos de enhorabuena. 
La entrada de Inglaterra en el palenque cinematográfico, su lanzamiento a «la lucha por el cine» nos asegura, para muy en breve, la visión de excelentes películas. De películas de positivo mérito en que se haya puesto cuanto sea preciso poner, de las que se haya descartado todo lo inútil, todo lo chabacano, todo lo vulgar. El prestigio de lo inglés es así: indiscutible y casi por intachable, inalabable. Así, desde los dramas de Shakespeare a los paños de Barnsley, del «homespun» que tejen los viejos marineros a los retratos que pintó Gainsborough. Aguardemos, confiados, a que lo mismo sean las películas, y felicitémonos por ello. La cinematografía en general, la cinematografía....

Otras, la gran mayoría sobre política: 


1929, 7 junio. Cartas de Londres.  Después de las elecciones. El Gobierno parlamentario. 

He aquí ahora el cuadro del Parlamento de las realidades nacionales: doscientos ochenta y siete diputados laboristas, doscientos sesenta y tres conservadores, cincuenta y ocho liberales y ocho independientes. Esta es por lo menos, la catalogación oficial. Para hacer una catalogación más exacta sería necesario distribuirlos de otra manera. Dividirlos en diputados proteccionistas, librecambistas, del proyecto de Lloyd George sobre los desocupados, de los ferrocarriles, de las carreteras, del voto femenino, del desarme,de la competencia naval con los Estados Unidos, de todos los motivos sobre los cuales se han jugado las elecciones. 

No hay, por ejemplo, ningún diputado comunista, porque el comunismo aquí en Inglaterra es una teoría y las elecciones, como ya está dicho, se han hecho sobre realidades. La derrota de los comunistas -se presentaron veinticinco candidatos y veintiuno de ellos perdieron los depósitos, esto es, no lograron la octava parte del total de sufragios emitidos en los distritos- es una prueba más del carácter de las elecciones. Los comunistas se presentaron a combatir el imperialismo británico y el transaccionismo laborista. Como los ciudadanos no pueden poner los dedos sobre ninguna de estas dos cosas, han prescindido de ellos. 

Pero volvamos a la coordinación parlamentaria. Quienes tratan directamente las fuerzas políticas resuelven el caso con una cuerdo entre (laboristas y liberales, o entre conservadores y liberales o con una abstención liberal. Las combinaciones para darle nuevo gobierno a Inglaterra no son muy numerosas. 0 los laboristas pactan con los liberales y forman de este modo su mayoría gubernamental, o los conservadores se avienen con los liberales y consienten un gobierno laborista hasta cuando les parezca oportuno ir más o menos unidos a otras elecciones o no se hace acuerdo ninguno y los liberales se abstienen para dejar a los conservadores a merced de la superioridad laborista y proceden independientemente ante cada acto del nuevo gobierno o nadie se entiende con nadie y el equilibrio parlamentario se establece ante cada votación. En cualquiera de estas combinaciones está la resolución política del problema. Pero la resolución, política del problema no resuelve nada. 

Un gobierno Mac Donald o un gobierno Baldwin no significan, en realidad, nada profundamente distinto. Trescientos cuarenta diputados conservadores o laboristas o liberales habrían marcado enseguida una política clara y concreta: una política de partido. Una aspiración unánime de un caudaloso volumen de ciudadanos y, consecuentemente, una aspiración nacional. Algo como el 24: romper con Rusia; o como el 23: evitar el proteccionismo. Pero ahora han venido seiscientos quince diputados cada uno con un mandato expreso, un mandato exclusivo de sus electores, y no puede haber, por tanto, una gran conglomeración de fuerzas, sino, por el contrario, una dispersión de aspiraciones. 

Dentro de tales circunstancias el personal y el matiz doctrinario del gabinete es lo menos importante. Lo importante, donde se trasparenta el carácter profundo de las elecciones, son los actos del nuevo gobierno. Se acuerde un partido con otro o no se acuerde, el gobierno sólo podrá actuar por transacciones. No podrá tener un programa personal unanimista. Toda su actuación estará subordinada a los compromisos de sus g sostenedores parlamentarios. Los laboristas necesitarán aceptar algunos compromisos liberales y éstos algunos de los compromisos laboristas. Mejor dicho: se hará un porcentaje implícito de los compromisos particulares con los electores. Pero, naturalmente, este porcentaje no puede establecerse por negociaciones ni sobre un pedazo de papel.  Brotará espontáneamente del funcionamiento parlamentario. El gobierno estará controlado en todo instante por la Cámara.. 

Todas sus iniciativas y todos sus proyectos sufrirán una doble revisión parlamentaria: antes y después de producirse. La mecánica gubernamental será la de todos los gobiernos con minoría parlamentaria. Pero aquí, en este gran experimento político, el núcleo de la cuestión no es la mecánica, los procedimientos parlamentarios del gobierno, sino sus proposiciones. Más claro: los hechos. Para algo todo el mundo está actuando sobre realidades. Y así entramos en el programa del nuevo gobierno. O sea, para mayor exactitud, en los programas comparados de los tres partidos. Porque el verdadero programa del nuevo gobierno no es el del gabinete,sino el del Parlamento. Desde este punto de vista la nueva política inglesa es profundamente parlamentaria. Definida y orquestada por el Parlamento. Mas su estudio no cabe ya en estas líneas. Lo haré en artículo aparte. Londres. CÉSAR FALCÓN. 



También reseñas de sus libros, noticias y comentarios de sus conferencias en los años 30,  incluso algunos homenajes de sus compañeros de prensa.

LA VANGUARDIA. Página 10.-Viernes 26 de octubre 1928. VIDA LITERARIA:  Libros castellanos:                                            «El pueblo sin Dios» 

(….)  Esa visión vasta, ese dolor medular de la América virgen, fecundada y dadivosa en el abrazo bárbaro de los ĺeones españoles, es lo que tiembla y se retuerce como un grito ahogado y emocionante en el fondo de esa magní́fica novela «El pueblo sin Dios», del literato peruano don César Falcón. 
La tragedia del indio que, desde Moctezuma, dejó de dormir sobre su lecho de rosas, traspasa de parte a parte el corazón de esta novela, como uno de aquellos dardos, envenenados de curare que no pudieron hendir la cota castellana. Ese libro, salpicado por la sangre india, donde no se vislumbra más que una remota esperanza de piedad, es de una fuerza y de una emoción profundas, y nos hace comprender lo que sería un pueblo sin Dios y un pueblo sin piedad, sin caridad, sin amor, entregado por completo a los hombres ávidos y sin ideales.

Don César Falcón ha escrito una novela americana, empapada de la vida de su país, pero a la que ha conseguido dar ese valor capital que debe tener toda obra de arte: un valor humano. 
La construcción de este libro es en gran modo original, su forma fragmentaria hace que los episodios adquieran un relieve máximo y que por entre ellos fluya, llena de emoción y de vida, la idea madre. La concisión del estilo, la estilización de las figuras, hacen resaltar acertadamente las innúmeras bellezas que contiene esta novela, llena de emociones y sugerencias. MARIO VERDAGUER                                                                                                      
Y posteriormente referencias sobre él en los números de postguerra, en los años 40 que ¡como no! son espantosas.

LA VANGUARDIA. 22 noviembre 1945.

(...) Se trata de César Falcón, un peruano qué vivió en España, dedicado a producir agitación y desorden; y que doctorado en comunismo en las aulas soviéticas, ha recorrido mucho mundo, en concepto de viajante diabólico. Es un escarabajo revolucionario. Pues bien, César Falcón acaba de publicar un libro titulado «El mundo agoniza», editado en Méjico, en cuyas páginas 315 y 318, al hablar de la situación de Inglaterra en 1940, se dice lo que sigue: «El imperialismo británico, traicionado por Hitler y por Mussolini, abandonado por sus amigos de Francia, visto con ansia y con odio desde todos los puntos del planeta, se apoyaba en sus bases de España como un gigante herido que, busca el respaldo de las rocas para recuperar sus fuerzas, Todos hemos presenciado después el desarrollo del suceso. Inglaterra, batida, arrojada del continente, con sus posiciones asiáticas y africanas indefensas, sólo ha podido sostenerse y recobrarse y organizar el terrible poder militar y político que le ha salvado, porque entonces y siempre su aliado español le guardó fielmente la arteria capital de su existencia. España ha sido uno de los puntos de apoyo de la recuperación británica. Si Hitler hubiese tenido el paso libre hacia Gibraltar y Marruecos, sus divisiones de acero habrían llegado a Suez, a la India incluso. El mundo habría seguido luchando, claro es, por su liberación, y yo no puedo -aventurar cuál sería hoy el estado de lucha. Cualquiera que fuere, el Imperio británico no existiría.» Las palabras que acaban ustedes de leer no las ha escrito, aunque parezca mentira, un pronaci afecto al actual régimen español, para recordar a los aliados la inmensa gratitud que deben a España por haberse conservado neutral, sino que son de un comunista, y como- es natural, enemigo furibundo de Franco, que acusa al Genera] y lo hace responsable de la guerra, porque en la hora más crítica para Inglaterra no supo ponerle el dogal al cuello, es decir, en Gibraltar, para estrangular de una vez a los ingleses y a su Imperio, acabar con un sistema ….JOAQUÍN  ARRARÁS


                                                                                                                            
                                           Eso decía Augusto Ussia en 1973

1 comentario:

  1. Donde dice "Alfonso Ussia", debe decir "Augusto Assía" [pseud. de Felipe Fernández Armesto]. Véase: «UNA ASOCIACIÓN FELIZ (y 4). AUGUSTO ASSÍA: 44 AÑOS DE CORRESPONSAL EN LAS PÁGINAS DE “LA VANGUARDIA.” Viejos amigos en Londres». La Vanguardia, martes, 17 abril 1973, pág. 21.

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