viernes, 22 de octubre de 2010

Felix Población sobre el libro MADRID


El atentado contra Azaña


El pasado martes (19 oct.)se presentó en el Ateneo de Madrid una edición facsímile del libro Madrid (1938), de César Falcón, una crónica veraz y militante de la intrahistoria madrileña durante el primer año de la Guerra Civil (Editorial Hacer). Se trata, en palabras de Buero Vallejo -que vivió aquel Madrid-, de un texto lleno de vigor que, a pesar de algunos desaliños propios de una redacción de urgencia, muestra un poderoso aliento épico y una imagen fidelísima de la realidad.

Con ser en todo momento interesante la lectura del libro, hay en la primera parte del mismo -antes del golpe de Estado que dio lugar al conflicto- una puntual reseña del clima de provocación que desde la derecha reaccionaria se trató de instalar en la capital del Estado y que llama la atención por las noticiosa descripción a pie de calle de algunos hechos.

Antes de los asesinatos del teniente republicano Castillo y el diputado conservador Calvo Sotelo, que precedieronen en días al golpe fascista, Madrid soportó en los meses previos el asesinato de obreros por parte de la reacción, un complot militar en un regimiento de Alcalá de Henares, el asesinato del capitán Faraudo y sendos intentos de atentado contra Dolores Ibarruri y el propio presidente de la República, don Manuel Azaña.

Todos los días ha habido un pequeño combate, escribe Falcón. El fascismo ataca cada vez con mayor audacia. Acaba de celebrarse en el paseo de la Castellana la fiesta de la República. Cuando desfilaba el Ejército, un oficial de la Guardia Civil ha intentado disparar contra el Presidente Azaña. La escena ha sido muy rápida; cientos de trabajadores estaban alerta. El intento no ha tenido más consecuencia que la muerte del agresor.

El peruano César Falcón Garfías (1892-1970) fue un buen novelista, periodista y autor de teatro, diputado por Málaga, director de Mundo Obrero, corresponsal del diario El Sol en Londres y París, y forjador del Teatro Proletario. No busquen muchos más datos sobre él. Así como sobre el poeta García Lorca y su compañía teatral La Barraca abunda todo tipo de información y ensalzamiento, a Falcón lo ha devorado el velo falaz del olvido, según expresión del mismo Buero Vallejo, un velo que se prolonga hasta nuestros días, pese a esa crónica magnífica, precisa y cálida a la vez, de aquel Madrid que se adelantó como ejemplo de lucha a todas las capitales de Europa que luego serían dominadas por el fascismo, tal como predijo -si caía Madrid- el propio César Falcón.

jueves, 7 de octubre de 2010

Corresponsal de La Vanguardia


Quería traspasar aquí algún artículo del propio César Falcón por lo que me he puesto a buscar y he dado con la  hemeroteca de La Vanguardia. 
He quedado apabullada al encontrarme con mas de doscientas entradas a su nombre, la gran mayoría,  crónicas desde Londres en los años 20. 

Algunas sobre cine o literatura:

LA VANGUARDIA. Página 12. Sábado 3 de abril de 1926. 

"ARDÚA VIDA CINEMATOGRÁFICA.  COMENTARIO De la lucha por el Cine. 

En uno de sus últimos «Panoramas Ingleses» apunta César Falcón el dato interesantísimo de que el cinematógrafo es una de las preocupaciones actuales de los ingleses. 
Resulta, de lo visto en las estadísticas industriales, que la mayor cantidad de dinero del mundo se emplea en pan, hierro y cinemató-grafo. De aquí deduce el cronista que estas serán las tres grandes
necesidades de la humanidad. 
Anteriormente deben haberlo deducido así los ingleses, que en el actual momento se ocupan eficazmente «desde el gobierno hasta los
porteros de los cinemas», dice César Falcón en construir, en organizar una grande, potentísima cinematografía propia. 
Al objeto, se están construyendo ya diez inmensos estudios en Brighxim, se proyectan dos grupos más en Croydon y en Wwtbley, con lo que Inglaterra «va a tener muy pronto, no uno, sino tres Holilands».
Los cinefilos de buena fe, los que sentimos ante la pantalla una admiración ingenua y sincera, no bastardeada por ningún interés material, por ninguna consi-deración de carácter industrial, estaremos de enhorabuena. 
La entrada de Inglaterra en el palenque cinematográfico, su lanzamiento a «la lucha por el cine» nos asegura, para muy en breve, la visión de excelentes películas. De películas de positivo mérito en que se haya puesto cuanto sea preciso poner, de las que se haya descartado todo lo inútil, todo lo chabacano, todo lo vulgar. El prestigio de lo inglés es así: indiscutible y casi por intachable, inalabable. Así, desde los dramas de Shakespeare a los paños de Barnsley, del «homespun» que tejen los viejos marineros a los retratos que pintó Gainsborough. Aguardemos, confiados, a que lo mismo sean las películas, y felicitémonos por ello. La cinematografía en general, la cinematografía....

Otras, la gran mayoría sobre política: 


1929, 7 junio. Cartas de Londres.  Después de las elecciones. El Gobierno parlamentario. 

He aquí ahora el cuadro del Parlamento de las realidades nacionales: doscientos ochenta y siete diputados laboristas, doscientos sesenta y tres conservadores, cincuenta y ocho liberales y ocho independientes. Esta es por lo menos, la catalogación oficial. Para hacer una catalogación más exacta sería necesario distribuirlos de otra manera. Dividirlos en diputados proteccionistas, librecambistas, del proyecto de Lloyd George sobre los desocupados, de los ferrocarriles, de las carreteras, del voto femenino, del desarme,de la competencia naval con los Estados Unidos, de todos los motivos sobre los cuales se han jugado las elecciones. 

No hay, por ejemplo, ningún diputado comunista, porque el comunismo aquí en Inglaterra es una teoría y las elecciones, como ya está dicho, se han hecho sobre realidades. La derrota de los comunistas -se presentaron veinticinco candidatos y veintiuno de ellos perdieron los depósitos, esto es, no lograron la octava parte del total de sufragios emitidos en los distritos- es una prueba más del carácter de las elecciones. Los comunistas se presentaron a combatir el imperialismo británico y el transaccionismo laborista. Como los ciudadanos no pueden poner los dedos sobre ninguna de estas dos cosas, han prescindido de ellos. 

Pero volvamos a la coordinación parlamentaria. Quienes tratan directamente las fuerzas políticas resuelven el caso con una cuerdo entre (laboristas y liberales, o entre conservadores y liberales o con una abstención liberal. Las combinaciones para darle nuevo gobierno a Inglaterra no son muy numerosas. 0 los laboristas pactan con los liberales y forman de este modo su mayoría gubernamental, o los conservadores se avienen con los liberales y consienten un gobierno laborista hasta cuando les parezca oportuno ir más o menos unidos a otras elecciones o no se hace acuerdo ninguno y los liberales se abstienen para dejar a los conservadores a merced de la superioridad laborista y proceden independientemente ante cada acto del nuevo gobierno o nadie se entiende con nadie y el equilibrio parlamentario se establece ante cada votación. En cualquiera de estas combinaciones está la resolución política del problema. Pero la resolución, política del problema no resuelve nada. 

Un gobierno Mac Donald o un gobierno Baldwin no significan, en realidad, nada profundamente distinto. Trescientos cuarenta diputados conservadores o laboristas o liberales habrían marcado enseguida una política clara y concreta: una política de partido. Una aspiración unánime de un caudaloso volumen de ciudadanos y, consecuentemente, una aspiración nacional. Algo como el 24: romper con Rusia; o como el 23: evitar el proteccionismo. Pero ahora han venido seiscientos quince diputados cada uno con un mandato expreso, un mandato exclusivo de sus electores, y no puede haber, por tanto, una gran conglomeración de fuerzas, sino, por el contrario, una dispersión de aspiraciones. 

Dentro de tales circunstancias el personal y el matiz doctrinario del gabinete es lo menos importante. Lo importante, donde se trasparenta el carácter profundo de las elecciones, son los actos del nuevo gobierno. Se acuerde un partido con otro o no se acuerde, el gobierno sólo podrá actuar por transacciones. No podrá tener un programa personal unanimista. Toda su actuación estará subordinada a los compromisos de sus g sostenedores parlamentarios. Los laboristas necesitarán aceptar algunos compromisos liberales y éstos algunos de los compromisos laboristas. Mejor dicho: se hará un porcentaje implícito de los compromisos particulares con los electores. Pero, naturalmente, este porcentaje no puede establecerse por negociaciones ni sobre un pedazo de papel.  Brotará espontáneamente del funcionamiento parlamentario. El gobierno estará controlado en todo instante por la Cámara.. 

Todas sus iniciativas y todos sus proyectos sufrirán una doble revisión parlamentaria: antes y después de producirse. La mecánica gubernamental será la de todos los gobiernos con minoría parlamentaria. Pero aquí, en este gran experimento político, el núcleo de la cuestión no es la mecánica, los procedimientos parlamentarios del gobierno, sino sus proposiciones. Más claro: los hechos. Para algo todo el mundo está actuando sobre realidades. Y así entramos en el programa del nuevo gobierno. O sea, para mayor exactitud, en los programas comparados de los tres partidos. Porque el verdadero programa del nuevo gobierno no es el del gabinete,sino el del Parlamento. Desde este punto de vista la nueva política inglesa es profundamente parlamentaria. Definida y orquestada por el Parlamento. Mas su estudio no cabe ya en estas líneas. Lo haré en artículo aparte. Londres. CÉSAR FALCÓN. 



También reseñas de sus libros, noticias y comentarios de sus conferencias en los años 30,  incluso algunos homenajes de sus compañeros de prensa.

LA VANGUARDIA. Página 10.-Viernes 26 de octubre 1928. VIDA LITERARIA:  Libros castellanos:                                            «El pueblo sin Dios» 

(….)  Esa visión vasta, ese dolor medular de la América virgen, fecundada y dadivosa en el abrazo bárbaro de los ĺeones españoles, es lo que tiembla y se retuerce como un grito ahogado y emocionante en el fondo de esa magní́fica novela «El pueblo sin Dios», del literato peruano don César Falcón. 
La tragedia del indio que, desde Moctezuma, dejó de dormir sobre su lecho de rosas, traspasa de parte a parte el corazón de esta novela, como uno de aquellos dardos, envenenados de curare que no pudieron hendir la cota castellana. Ese libro, salpicado por la sangre india, donde no se vislumbra más que una remota esperanza de piedad, es de una fuerza y de una emoción profundas, y nos hace comprender lo que sería un pueblo sin Dios y un pueblo sin piedad, sin caridad, sin amor, entregado por completo a los hombres ávidos y sin ideales.

Don César Falcón ha escrito una novela americana, empapada de la vida de su país, pero a la que ha conseguido dar ese valor capital que debe tener toda obra de arte: un valor humano. 
La construcción de este libro es en gran modo original, su forma fragmentaria hace que los episodios adquieran un relieve máximo y que por entre ellos fluya, llena de emoción y de vida, la idea madre. La concisión del estilo, la estilización de las figuras, hacen resaltar acertadamente las innúmeras bellezas que contiene esta novela, llena de emociones y sugerencias. MARIO VERDAGUER                                                                                                      
Y posteriormente referencias sobre él en los números de postguerra, en los años 40 que ¡como no! son espantosas.

LA VANGUARDIA. 22 noviembre 1945.

(...) Se trata de César Falcón, un peruano qué vivió en España, dedicado a producir agitación y desorden; y que doctorado en comunismo en las aulas soviéticas, ha recorrido mucho mundo, en concepto de viajante diabólico. Es un escarabajo revolucionario. Pues bien, César Falcón acaba de publicar un libro titulado «El mundo agoniza», editado en Méjico, en cuyas páginas 315 y 318, al hablar de la situación de Inglaterra en 1940, se dice lo que sigue: «El imperialismo británico, traicionado por Hitler y por Mussolini, abandonado por sus amigos de Francia, visto con ansia y con odio desde todos los puntos del planeta, se apoyaba en sus bases de España como un gigante herido que, busca el respaldo de las rocas para recuperar sus fuerzas, Todos hemos presenciado después el desarrollo del suceso. Inglaterra, batida, arrojada del continente, con sus posiciones asiáticas y africanas indefensas, sólo ha podido sostenerse y recobrarse y organizar el terrible poder militar y político que le ha salvado, porque entonces y siempre su aliado español le guardó fielmente la arteria capital de su existencia. España ha sido uno de los puntos de apoyo de la recuperación británica. Si Hitler hubiese tenido el paso libre hacia Gibraltar y Marruecos, sus divisiones de acero habrían llegado a Suez, a la India incluso. El mundo habría seguido luchando, claro es, por su liberación, y yo no puedo -aventurar cuál sería hoy el estado de lucha. Cualquiera que fuere, el Imperio británico no existiría.» Las palabras que acaban ustedes de leer no las ha escrito, aunque parezca mentira, un pronaci afecto al actual régimen español, para recordar a los aliados la inmensa gratitud que deben a España por haberse conservado neutral, sino que son de un comunista, y como- es natural, enemigo furibundo de Franco, que acusa al Genera] y lo hace responsable de la guerra, porque en la hora más crítica para Inglaterra no supo ponerle el dogal al cuello, es decir, en Gibraltar, para estrangular de una vez a los ingleses y a su Imperio, acabar con un sistema ….JOAQUÍN  ARRARÁS


                                                                                                                            
                                           Eso decía Augusto Ussia en 1973

domingo, 25 de julio de 2010

Miguel Hernández y César Falcón

Cuando se cumplen cien años del nacimiento de Miguel Hernández recuerdo que en la Semana Santa de 1966 Eliseo Bayo y yo sacrificamos nuestros pocos días de asueto y nos fuimos a Orihuela, que no era nuestra patria pero sí la de Miguel Hernández, porque queríamos sacarle del olvido en que la dictadura y sus corifeos pseudointelectuales lo habían hundido. Una semana que nos conmovió a quienes nos sabíamos sus versos y su triste biografía de memoria. El primer reportaje que sobre Miguel Hernández se publicó en España en aquellos peligrosos años lo escribimos nosotros y se publicó en la revista Destino de Barcelona, que entonces constituía un pequeño refugio de rojos. Visitamos la casa de sus padres, nos entrevistamos con sus hermanos y cuñadas, visitamos a los amigos que lo ayudaron y a los próceres de la ciudad que lo persiguieron, fotografiamos el colegio, la iglesia y los campos de cabras donde se forjó la infancia de Miguel. La viuda y su hijo vivían en Alicante entonces y no querían hablar con nadie, perseguidos todavía por el odio franquista. Fuimos hasta el cementerio de Alicante y el vigilante nos guió hasta su nicho que exhibía únicamente dos palabras en la lápida: Miguel Hernández, de la cual aún guardo la fotografía. Ni siquiera constaba la fecha de su muerte. A pesar del riesgo que corrimos y que desafió la revista no tuvo eco aquel trabajo. Durante este tiempo han aumentado los trabajos sobre la obra de Miguel, incluyendo la serie que se filmó en los nefastos tiempos de la televisión de Aznar, donde se le humillaba y minimizaba. Han debido de pasar cuarenta y cuatro años para que se cumpla su centenario y al fin eclosione el entusiasmo que todos sentimos por la obra y la vida de Hernández en congresos, conferencias, revistas, libros. Ninguno de ellos recoge aquella primera, valiente y novedosa aproximación a la vida del poeta y a la obra del militante comunista, que no por breve y autocensurada como correspondía al momento deja de tener su mérito.

Leo ahora el número de “La República de las Letras”, revista dirigida por Andrés Sorel, donde se recogen veinte trabajos literarios, históricos y biográficos sobre el poeta y constato que en ninguno de ellos se menciona a César Falcón, mi padre, el periodista y escritor peruano que vivió en España veinte años y luchó por la República y el socialismo invirtiendo en ello todo lo que tenía: su prestigio como intelectual, su tiempo como periodista, su libertad, que perdió en varias ocasiones, su supervivencia económica, y que concluyó finalmente en el exilio. Falcón conoció y protegió a Miguel, un muchacho era recién llegado a Madrid cuando mi padre ya había sido corresponsal de El Sol en París y en Londres, y colaboraba en Blanco y Negro, y más tarde perteneció al Comité Central del Partido Comunista. Mi padre fue director del periódico Mundo Obrero, publicó novelas, escribió obras de teatro, montó y dirigió durante varios años el “Teatro Proletario”, la versión revolucionaria de un teatro popular que nadie ponía en pie y del que se han querido olvidar todos los que hablan del teatro de aquella época, y estuvo en primera línea de fuego con el primer programa de radio que él creó con el nombre de Altavoz del Frente y que transmitía las noticias de la guerra. Ninguno de los eruditos colaboradores de “La República de las Letras” lo menciona e incluso alguno atribuye Altavoz del Frente a otro periodista.

Todavía más sorprendente es que ni aún se le mencione en la ponencia sobre los periodistas y escritores latinoamericanos que estuvieron en España durante la República y la Guerra Civil, de la que es autor Teodosio Fernández Rodríguez –al parecer especialista en la materia-, cuanto más que dedica una parte a los peruanos afincados o aún solo visitantes en nuestro país. Esa ponencia está publicada en el libro, dirigido por Julio Rodríguez Puértolas, en el que se recopilaban las participaciones de numerosos intelectuales conmemorando los aniversarios de la República, que se presentó en el Ateneo de Madrid esta primavera. No puedo decir que tal ninguneo me haya sorprendido. Exceptuando a Gonzalo Santonja que escribe sobre los autores de la República con verdadera erudición y que publicó una hermosa semblanza de César Falcón en Diario16, nadie más le cita y quizá ni siquiera le conoce. Bien sé que el viento de muerte que se abatió sobre España mató, con la mejor gente de nuestro pueblo y de
nuestra intelectualidad, también el recuerdo y envileció la historia.

Pero en estos años los que dirigen esta fausta democracia de la que disfrutamos, no solo no han recuperado la memoria ni mostrado reconocimiento ni gratitud por aquellos que lucharon y murieron por construir un país que les permitiera a ellos sentarse en los sillones del Parlamento, de los gobiernos y de las cátedras, sino que han elevado a la fama y al reconocimiento a mediocres personajillos cuando no corruptos, a los que se les conceden las canonjías, los puestos de mando, los sustanciosos sueldos y los premios. Cierto es que la primera ingratitud es la del Partido Comunista que nunca ha reivindicado la figura y el papel que cumplió César Falcón durante tantos y difíciles años, pero aún los profesores e investigadores que se especializan en descubrir la verdadera y oculta historia de nuestro país no tienen derecho a ignorar que César Falcón fue uno de los intelectuales más afamados de la España de los años veinte y treinta, que dirigió periódicos y revistas, publicó cientos de artículos y reportajes, novelas y teatro, que luchó contra el fascismo invirtiendo en ello su tiempo y su libertad y que hizo más por conseguir que la democracia se implantara en nuestro país que muchos de ellos.

                                                                                                   Lidia Falcón. Madrid, 25 de mayo 2010.

sábado, 19 de junio de 2010

Biografía

César Falcón Garfias, Lima 1892-México 1970.

Pertenecía a una familia que vivió altibajos económicos. Dotado de un carácter fuerte e independiente se emancipó tempranamente y comenzó a trabajar muy joven en diversos oficios hasta que a los 17 años ingresó como periodista en el diario La Prensa de Lima.  En Lima nació su primera hija Tórtola que moriría prematuramente.

Conoció en esa época al que sería su amigo de por vida  José Carlos Mariátegui. Fueron ambos periodistas en El Tiempo junto a Humberto del Águila y también en Nuestra Época (1919). Los tres constituyeron el equipo que fundó el periódico La RazónPerseguidos por el gobierno del Presidente Leguía en 1919, fueron expatriados y viajaron a Italia,  desde donde Mariátegui regresó a Perú y César se dirigió a  España.


Su relación intelectual y afectiva con J.C. Mariátegui se mantuvo de por vida, tal como atestigua la extensa correspondencia que se cruzaron y los proyectos que llevaron a cabo, tales como la creación de la revista Amanauta en 1926. 

Impulsaron juntos también el semanario Vanguardia, revista de renovación ideológica, voz de los nuevos tiempos. Cooperaban Miguel de UnamunoRamón del Valle InclánJosé Vasconcelos, Antonio CasoGiovanni Papini, Alexander Archipenko, Herwarth WaldenRamón Gómez de la Serna.. 
A su llegada a España, César Falcón fue recibido por Pío Baroja en cuya casa de Vera de Bidasoa se alojó durante un tiempo. En 1922 se incorporó a la redacción del periódico El Liberal, en Madrid.  Se alojó, en el barrio de Chamberí, en una habitación alquilada en casa de la Sra. Lewi, madre de tres hijas entre las que Irene era la mayor.

Irene Lewi Rodríguez, que pasó a la historia como Irene Falcón  fue un personaje clave en el Partido Comunista de España durante la Guerra Civil y ejerció de consejera y mano derecha de su presidenta Dolores Ibárruri "La Pasionaria" durante todos los años del exilio y hasta la muerte de esta.

Irene se fugó con César a Inglaterra cuando este fue detenido y desterrado de España,  siendo ella menor de edad le acompañó y en Escocia consiguieron contraer matrimonio. Durante su estancia en Londres nació el hijo de ambos Mayo Falcón que en el futuro sería también periodista  en la Unión Soviética.

César fue corresponsal en Londres durante los años 1925 a 1929, de los periódicos El Sol y La Vanguardia, época que documenta y analiza el profesor Christopher H. Cobb. También en Inglaterra nació de  una relación extramatrimonial  otro hijo varón.

En 1927 como delegado del Partido Nacionalista de Puerto Rico, concurrió al Congreso Anti-Imperialista Internacional que se celebró en Bruselas.


Creó la editorial Historia Nueva con la que entre los años 1928 a 1931 publicaron una colección de novela social y una serie llamada Ediciones Avance que dirigió Irene, que mantendría ya para siempre el apellido Falcón.

En Avance publicaron Hypatía de Dora Russell -esposa de Beltrand Russell-, colaboradora también de El Sol. Este libro daba inicio a una colección feminista creada en respuesta a la publicación en La revista de Occidente, que gestionaban  los Ortega y Gasset, de la novela reaccionaria y antifeminista Lysístrata de A.M. Ludovici.

En 1930 entrevistó al lider revolucionario nicaragüense Augusto César Sandino, constituyendo esta una de las pocas entrevistas que se conocen sobre este dirigente  y por ello un texto esencial.
Regresó a España con Indalecio Prieto unos días antes de la proclamación de la II República.

Formó, bajo los auspicios de la Central de Teatro y Cine Revolucionarios, la Compañía del Teatro Proletario, con actores profesionales y trabajadores militantes. Este grupo introducía la práctica de mezclar el escenario con el público. Tuvo la sede en una carbonería de la Calle Alcalá 173, en Madrid.

En ese grupo del Teatro Proletario conoció a las hermanas Carlota y Enriqueta O'Neill. Enriqueta fue la actriz principal de la Compañía y pareja de César durante esos años, unión que duró hasta 1939 cuando al final de la guerra este tuvo que abandonar España definitivamente. De esta unión nació la que sería dirigente del movimiento feminista español Lidia Falcón.

La compañía del Teatro Proletario recorrió el país representando: La fuga de Kerensky de Hans Huss, Al Rojo de Carlota O'Neill, Asia de Vaillant Couturier, Un invento de Tom Thomas, Asturias de Cesar Falcón, La Conquista de la prensa, entremés mímico de Irene Lewi. Hinkeman, de Ernst Toller, Hasta que en 1934 les prohibieron actuar.

Posteriormente en Madrid contrataron el Teatro Rosales, donde representaron La Chinche de Mayakovky

Fundó la Editorial del Nuevo Romanticismo con Rubén Darío.

Dirigió con Irene la revista Nosotros fundada en 1930, en la que colaboraba Ramón J. Sender. Alrededor de este grupo se originó un seminario político en el que se analizaban libros de autores soviéticos, y editaban documentos políticos y folletos divulgativos. En 1930 sufrieron el ataque del recién creado grupo de La Falange Española.

Promovió la creación de un nuevo partido, La izquierda Revolucionaria y Antiimperialista, IRYA, que funcionó entre los años 1931 y 32. En coalición con el Bloque Republicano Revolucionario, con otros partidos radicales y con la incorporación de varios personajes independientes se presentan a la Elecciones a Cortes Constituyentes.

En la misma época, 1932, fundó Ediciones Libertad, con la colaboración de Margarita Nelken, Juan Gioxé, Angel Pestaña, Artemio Precisa, entre otros. Editaron  una colección de relatos titulada Novela Proletaria
En 1932 el IRYA en bloque se integró en el  Partido Comunista de España (PCE).

También dirigió en algún momento las Ediciones Médico-Sociales.

En 1935 César y Mariano Perla fundaron en Sevilla el periódico La Verdad. Al poco tiempo el periódico fue suspendido y ellos dos detenidos.

En enero de 1936 con Eusebio Cimorra, se hicieron cargo de la dirección y relanzamiento de  Mundo Obrero, órgano de difusión del pensamiento comunista que había sido creado en 1930 y posteriormente clausurado. En 1936 se incorporó también a ese proyecto Navarro Ballesteros.

Al estallar la Guerra Civil instalaron la redacción de  Mundo Obrero en los locales de El Debate. Desde allí en agosto de 1936 organizaron El Altavoz del Frente  que fue el órgano de propaganda del PCE. Se trataba de una red de periódicos que se hacía llegar a los soldados en los diferentes frentes. Llegó a agrupar a más de 200 artistas e intelectuales entre sus redactores. La edición del Sur tuvo como director a Miguel Hernández

Con la sección artística de El Altavoz del Frente organizaron una exposición permanente de dibujo que se instaló en el vestíbulo del Cine Capitol, en Madrid.

También crearon una sección de teatro El Teatro de la Guerra situado en el actual Teatro Lara de Madrid. En él estrenó Luisa Carnés su obra Así empezó que se representó en el día de la inauguración en octubre del 36, junto a El bazar de la providencia de Rafael Alberti.

Cuando en noviembre del  36 el Gobierno se trasladó a Valencia, Falcón y Cimorra fueron reclamados a esa ciudad con el fin de editar la revista Frente Rojo, nuevo órgano central del PC.

En julio 38 viajó a Ginebra con la delegación republicana española a la Liga de las Naciones.

Entre los años 1938 y 39 dirigió en París el periódico Voz de Madrid.

Entre sus novelas se encuentran Plantel de Inválidos, 1921. El pueblo sin Dios, 1928, novela muy representativa del inicio del movimiento de la novela indigenista. Un libro sobre la Guerra Civil española, Madrid, en 1938.  El Mundo que agoniza, en 1945, México. El buen vecino Sanabria U. 1947 México. Por la Ruta sin Horizonte, 1961 México; Los bajos fondos.  Y El Agente confidencial.

Antes de abandonar Perú había estrenado una Zarzuela Por culpa ajena, con música de Román H. Ayllón. en el Teatro Lima 1914. Y La Casa de Ágreda  en la misma época. También un sainete Los Mozos Cundas en 1914.

Entre sus ensayos puedo citar: Crítica de la Revolución Española, 1931; De la dictadura hasta las constituyentes, Ed. Aguilar;  Imperialismo y anti-imperialismo 1932;  Algunas condiciones necesarias de la reconquista nacional, 1955.

En 1940 salió de París a Nueva York y regresó a Lima donde permaneció dos años. Escribió durante ese periodo en la revista Garcilaso.

En 1942 se instaló en Estados Unidos. Colaboró en la revista New Masses. No consiguió el permiso de permanencia por lo que se fue a México, donde publicó la revista Historia Nueva, de la que editó quince números. Colaboró también en la revista Siempre entre otras.

En México tomó parte muy activa en la tertulia que se organizaba entorno a  León Felipe y también perteneció a la Unión de Intelectuales en el destierro.

En los 60 publicó en la revista La palabra y el hombre bajo los auspicios de la Universidad Veracruzana.

En 1970, enfermo, regresó a Perú donde murió a los pocos días. Su hermano Jorge Falcón lamentaba la irrelevancia con que trataron su fallecimiento los periódicos peruanos de la época.l

jueves, 17 de junio de 2010

El padre de Lidia Falcón



He llegado a César Falcón por un mérito que sin duda nunca él contempló, y es el de haber sido el padre de Lidia Falcón.


Es sin embargo la función de padre la que seguramente peor ejerció y resulta paradójico que gracias a ello una feminista como yo esté hoy dedicándole un blog.


Con el propósito de preparar una web de homenaje a Lidia Falcón decidí investigar para incluir en ella referencias de sus significativos antecesores. Me encontré con que cada personaje que investigaba me proporcionaba un enorme caudal de información sobre la historia del siglo XX. Esa información que nos ha sido sistemáticamente hurtada es la brillante historia de los "incómodos".


La inteligencia crítica unida a la osadía que caracterizan a Lidia Falcón y que tantas veces la han apartado del reconocimiento que merecería por su aportación a las luchas de la izquierda en España, y al feminismo internacional, tiene varios precedentes en su familia.


El borrado de las crónicas que ha sufrido el ingente, apasionado y brillante trabajo de César Falcón a favor de las causas que abrazó, no hace justicia ni a su calidad, ni al impacto que en su época causó.


Todos conocemos hoy el olvido que el fascismo impuso a aquellos intelectuales que le combatieron y que encaja en esa perversa lógica que tenemos asumida y que día a día con mucho esfuerzo intentamos desenterrar.


Más difícil es aceptar que esa lógica haya enraizado también entre nuestros respetados y queridos héroes de la izquierda. Resulta francamente duro constatar como a César Falcón se le ha borrado también de la historia del PCE.
Abundantes biografías y bastantes agiografías se han publicando en los últimos años y bien pocas lo mencionan y cuando lo hacen es como de paso, como al personaje incómodo que sin duda fue y al que no se sabe cómo abordar.


Con el propósito de recuperar también la historia de ese "incómodo" luchador abro el blog donde iré publicando la documentación que he recogido de estudiosos como Gonzalo Santonja, de las memorias de quien fue su esposa Irene Falcón y pocos mas. Cuento sobre todo con la antología de Jorge Falcón, su hermano, y de algunas historias que la propia Lidia me cuentó que le contaron. 


Queda pues abierto este espacio a aportaciones y comentarios. Me gustaría ir reconstruyendo ese rompecabezas en que se ha convertido  seguir la huella de César Falcón por "el mundo en llamas".


Elvira Siurana. Madrid, julio 2010.